El terremoto del 19 de septiembre de 2017, con magnitud 7.1 y epicentro en Puebla, sacudió a la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Estado de México, Guerrero, Oaxaca y otros estados, dejando cifras oficiales de alrededor de 370 muertos y miles de afectados. De acuerdo a datos del Gobierno de México
Además del impacto material como daños estructurales, viviendas, infraestructura, el sismo generó un fuerte efecto psicoemocional en la población: miedo, incertidumbre, angustia, trastornos del sueño, estrés agudo, estrés postraumático. Diversos estudios y reportes posteriores señalan que los desastres naturales como este son factores de riesgo importantes para la salud mental.
Cómo lo vivimos desde PSYCA bajo la dirección clínica de Miguel Ángel Soto, se estableció un servicio de atención psicológica en crisis para población afectada, brindando atención telefónica a más de 300 personas de manera gratuita, además de casi 400 casos de empresas por el Programa de Apoyo al Empelado (PAE).
Paralelamente, se organizó una capacitación especializada para más de 150 profesionales de la salud mental, con el objetivo de que pudieran responder de forma efectiva en situaciones de crisis psicológico y contención emocional. Fue impactante constatar cuántos colegas no tenían preparación específica para manejo de crisis, primeros auxilios psicológicos o intervención en crisis. Muchos estaban acostumbrados al trabajo clínico en diferentes contextos, pero no al trabajo emergente bajo circunstancias de desastre, lo que implicó una curva de aprendizaje intensa.
En los días posteriores al sismo, algunas empresas contactaron a PSYCA Psicología para brindar contención emocional a sus colaboradores. Aunque en varios casos ya había pasado más de una semana, los síntomas relacionados con estrés postraumático, ansiedad, dificultades para dormir o concentrarse eran evidentes. Gente llegaba con angustia al trabajo, sensación de inseguridad, recuerdos recurrentes del temblor, llanto, y algunas empresas incluso reportaron bajas laborales debido al impacto emocional.
Comparación con lo que se realizó oficialmente
Esto muestra que la magnitud de la necesidad era muy grande, lo que confirma lo que se vivió también a nivel de PSYCA: muchos profesionales no estaban listos para atender tantas personas, en tan poco tiempo, con síntomas agudos de estrés, miedo, ansiedad y trauma.
Importancia de la atención en crisis y de estar preparados
A la luz de lo ocurrido, es claro que: La fase inmediata tras un desastre natural es crítica: las primeras 72 horas son un periodo en el que la intervención en crisis y el apoyo psicosocial puede prevenir que los síntomas se vuelvan crónicos o que se desarrollen trastornos severos. Se reduce el riesgo de estrés postraumático, depresión, alteraciones del sueño, etc.
Profesionales de salud mental necesitan formación específica para crisis: no basta con la formación en psicoterapia. Se requiere capacitación en primeros auxilios psicológicos, intervención en crisis, manejo del estrés agudo, técnicas de contención emocional, autoconocimiento del profesional, etc.
Las empresas también tienen un rol importante: los colaboradores afectados emocionalmente repercuten en productividad, clima, ausentismo, e incluso seguridad. Proveer apoyo emocional, comunicación abierta, espacios de escucha activa, asesoría profesional (líneas telefónicas, talleres, módulos) puede mitigar daños.
La infraestructura institucional de salud mental debe estar fortalecida: líneas telefónicas de apoyo, brigadas móviles, módulos en zonas afectadas, coordinación con organizaciones especializadas como PSYCA Psicología, protocolos claros para crisis psicológicas.
Sensibilización social: que la población entienda que reacciones como miedo, ansiedad, insomnio, flashbacks, son respuestas humanas esperables en situaciones de desastre, que pedir ayuda es importante y que buscar apoyo profesional puede marcar una diferencia en su bienestar.
Conclusión
El sismo del 19 de septiembre de 2017 dejó huellas más allá de los daños físicos: dejó un impacto emocional profundo y generalizado. Intervenciones como las de PSYCA Psicología, que brindaron atención telefónica, capacitación especializada y contención emocional en empresas, evidencian que esas tareas son no solo valiosas, sino imprescindibles.
Para el futuro, es fundamental que tanto los profesionales de salud mental como las empresas, instituciones públicas y la sociedad civil mantengan capacidades de respuesta ante crisis: entrenamientos previos, protocolos claros, redes de apoyo, líneas de atención. De ese modo, cuando ocurra otro evento traumático, podremos no solo rescatar cuerpos y reconstruir infraestructura, sino sostener el tejido emocional que también se ve sacudido cuando la tierra tiembla.
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